Colocación de los radio telescopios.

Las observaciones astronómicas en la denominada ventana de radio permiten estudiar objetos y fenómenos celestes que no pueden ser observados en forma adecuada con telescopios ópticos.
Las observaciones radioastronómicas llevadas a cabo en la superficie terrestre se encuentran limitadas por la presencia de la ionosfera, que impide el paso de radiación cuya frecuencia esté por debajo de los 3MHz. Por encima de esa frecuencia, la radioastronomía también encuentra limitaciones, impuestas por diversos componentes de la atmósfera. El sito más adecuado para emplazar un radiotelescopio es el que se ve afectado por las menores limitaciones de esa clase. Mientras la astronomía óptica observa luz proveniente mayoritariamente de estrellas, las ondas que se captan en la ventana de radio se originan principalmente en material ubicado entre las estrellas, en el llamado espacio o medio interestelar, que se encuentra lleno de gas y polvo sometidos a condiciones físicas particulares. En algunos lugares del medio interestelar hay nubes frías y densas que estarían formando nuevas estrellas; en otras zonas, la acción de las estrellas calienta y altera la composición química de ese medio. En una galaxia típica, el medio interestelar posee una fracción importante de la cantidad total de materia presente en ella. Los cambios de energía que tienen lugar en los átomos, iones o moléculas (genéricamente denominados especies químicas) del medio interestelar producen emisiones de radiación electromagnética en frecuencias incluidas en la ventana de radio. Distintas frecuencias específicas son características de las especies que las originan y de las propiedades físicas del medio en que estas se encuentran. Estas observaciones reciben el nombre genérico de observaciones espectroscópicas. Si las regiones del espacio en que se encuentran las especies químicas estudiadas se están moviendo, o si el material incluido en ellas se desplaza, se producen pequeños cambios en las frecuencias emitidas por los átomos o moléculas (llamados efecto Doppler, lo que permite determinar la velocidad con la que se mueve el material. El resultado importante es que, observando las emisiones espectrales, es factible analizar la composición química del medio interestelar; deducir la cantidad de materia presente en él y conocer cómo se está moviendo una región con respecto al observador. Muchas interacciones entre iones y electrones, y entre estos y campos magnéticos, producen pulsos de energía cuya frecuencia cae en la ventana de radio. La intensidad y la frecuencia de emisión de esos pulsos son variables. La superposición de un gran número de ellos cubre un rango muy amplio de frecuencias y conforma una radiación que recibe el nombre genérico de radiación de continuo (y cuya observación se denomina observación de continuo). La radiación de continuo puede originarse en una variedad de procesos físicos, por lo que su estudio requiere captar frecuencias muy disímiles. En algunos casos, la emisión puede encontrarse polarizada, lo que indica la probable presencia de campos magnéticos. El análisis de la radiación de continuo permite deducir tanto las propiedades de la fuente que la origina como las del medio interestelar por el que se propaga. Las señales astronómicas que se captan en la ventana de radio son generalmente muy débiles para los estándares terrestres. Por ello, las señales de radio artificiales u originadas en la actividad humana, que para la observación radioastronómica tienen el carácter de interferencias, constituyen una seria perturbación de esa observación. Si la cantidad general de interferencias aumentase, los estudios radioastronómicos llevados a cabo en observatorios ubicados en la superficie terrestre no tendrían un futuro muy promisorio. Las interferencias experimentadas por los observatorios radioastronómicos pueden ser de origen local, regional o global. Interferencias locales pueden provenir de maquinaria industrial, de equipos electrónicos defectuosos, de computadoras, de estaciones de telefonía celular, de estaciones de radio que emitan en FM y no se ajusten a las reglamentaciones, etcétera. Las interferencias locales requieren una solución local, por ejemplo, reparar un transmisor defectuoso o establecer una zona quieta de radio al amparo de la legislación vigente. Una interferencia de origen regional podría provenir de una estación de televisión que opere en una frecuencia cercana a las bandas asignadas al uso astronómico. Las interferencias de origen global son quizá las más problemáticas para la radioastronomía. Ejemplo de ellas son las emisiones originadas en satélites artificiales individuales o constelaciones de satélites. Contra estas interferencias no existe protección legal alguna y las soluciones tienen que buscarse por el lado de filtrar en forma apropiada sus frecuencias. Las interferencias más comunes son las de bajas frecuencias. Las radios FM transmiten en la banda de 88 a 108MHz; los canales de televisión de aire, en la de 170 a 220MHz; la telefonía celular móvil opera en frecuencias cercanas a los 980MHz; la constelación de satélites rusos Glonass transmite en una frecuencia cercana a los 1,612GHz; los enlaces punto a punto de internet trabajan en frecuencias cercanas a los 2,4GHz y en diversos canales entre 5 a 6GHz. Actualmente existen varios miles de satélites artificiales en órbita alrededor de nuestro planeta. Su número se incrementa continuamente y se espera que varias constelaciones de ellos sean lanzadas en los años venideros. Sin duda, ofrecen servicios necesarios para el bienestar general de la humanidad. Pero con cada nuevo satélite que se lanza aparece en el cielo una nueva fuente de interferencias. Los satélites usan principalmente las bandas de 137 a 144MHz, de 1,5 a 2,5GHz, de 4 a 6GHz; de 11 a 14GHz, de 20 a 30GHz y de 40 a 50GHz. En el futuro, esas bandas se congestionarán y será necesario asignar nuevas para el uso satelital, con lo que los peligros de interferencia de ese origen se incrementarán. A diferencia de las observaciones ópticas, que deben ser realizadas de noche, las de radio pueden ser efectuadas también de día. Las de baja frecuencia podrían ser llevadas a cabo con un cielo nublado, y aun con lluvia y nieve, aunque deben suspenderse ante tormentas eléctricas o fuertes vientos. La ventaja de poder observar en casi cualquier condición meteorológica se pierde a medida que la frecuencia de las ondas que se desea captar se incrementa, ya que la atmósfera comienza a jugar un papel cada vez más importante. Las características descriptas deben tenerse en cuenta en la búsqueda de un sitio apropiado para instalar un radioobservatorio. Es necesario llevar a cabo extensas mediciones para identificar fuentes significativas de interferencia. Las condiciones meteorológicas y orográficas tienen su influencia. Un sitio rodeado de montañas se encuentra protegido contra interferencias de frecuencias superiores a los 900MHz, pero frecuencias inferiores no resultan bloqueadas en forma efectiva por las montañas. Una vez seleccionado el sitio apto para instalar un radioobservatorio, se deben hacer los mayores esfuerzos para preservar su pureza electromagnética, algo complejo que normalmente requiere la sanción de normas de protección.  

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